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“VAMOS, ¡NO TE RINDAS!, DIOS TE ESCOGIÓ, PORQUE SABÍA QUE PODÍAS LOGRARLO”. Juan 15:16


Juan 15:16 “No me elegisteis vosotros a mí; sino que yo os elegí a vosotros; y os he puesto para que vayáis y llevéis fruto, y vuestro fruto permanezca; para que todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre; Él os lo dé”.


Debo confesar que la primera vez que me encontré cara a cara con esta verdad eterna mi vida cambió por completo, porque les confieso que a raíz de los tantos vacíos emocionales que tenía, terminé convertido en una persona solitaria, insegura e inestable emocionalmente hablando.


Recuerdo que mientras más hacía cosas por ganarme el favor, la aceptación y el efecto de las personas, lo que siempre terminaba recibiendo era su total rechazo.


Y es que cuando permitimos que todos estos sentimientos de inseguridad se enquisten en nuestro corazón, podemos terminar perdiendo hasta nuestra propia identidad. Por eso es común encontrar personas que, aunque por fuera se muestran fuertes, extrovertidas, seguras y felices, por dentro sufren continuos cuadros de depresión, sintiéndose inservibles, insatisfechas con la vida y sin ningún valor, vivir una vida así es una completa miseria.


Y así mismo me sentía yo, hasta que esta palabra que comparto con ustedes me fue revelada. Juan 15:16 “No me elegisteis vosotros a mí; sino que yo os elegí a vosotros”.


Cuando mis ojos se abrieron ante esta verdad eterna lo que pude entender fue que si Dios es el que nos elige a nosotros y no nosotros los que lo elegimos a Él, era porque él se estaba fijando en mis capacidades, no en mis debilidades y pude concluir que, si Dios confiaba en mí, ¿Quién era yo para no confiar en mí mismo?


Esta revelación me hizo encontrarle un sentido diferente a la vida, me dio una nueva identidad y fue cuando empecé a creer en mí; dándome cuenta que mientras la mayoría de la gente no quitaba de mi cuello las botas del menosprecio, la condenación y el cuestionamiento, Dios me escogía de lo vil y menospreciado para publicar su mensaje al mundo.


Desde ese instante dejé de darle importancia a lo que la gente pensara de mí, si aprobaban o no lo que hacía o dejaba de hacer, porque no hay nada más imposible que tratar de agradar a todo el mundo; me devolvió la confianza el haber comprendido que mientras las personas me menospreciaban, Dios para su obra me seleccionaba.


Pero me pregunto hoy: ¿Cuantos en lo secreto de su corazón también cargan esa pesada cruz, teniendo que ponerse todos los días al levantarse la máscara de la felicidad para que el mundo crea que están bien, pero que en lo profundo de su ser se sienten vacíos, inservibles, miserables, sintiendo que vinieron a este mundo simplemente a estorbar?


Yo no sé si este sea su caso, pero déjeme decirle de parte de Dios que usted no es un error de la creación, ni está en este mundo por una equivocación, ni porque sea el producto del descuido de sus padres en el proceso de concepción usted es lo que dice. 1 Pedro 2:9 “Pero vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido para posesión de Dios a fin de que anuncies las virtudes de aquel que os llamo de las tinieblas a su luz admirable”.


Usted no es lo que la gente dice que es, usted es lo que Dios dice que es. Así que deje de creer que es una basura, porque no podrá evitar que los demás lo traten como una caneca.


“Muchos por constantemente haberse equivocado, consideran que Dios falló al haberlos seleccionado, pero cuando Él escoge a alguien, no se fija en sus debilidades, sino en la capacidad de mantenerse firme a pesar de las dificultades. Dios cree en ti, él sabe que lo puedes lograr, no te escogió para que fueras derrotado, lo hizo para a través de tu vida, su gloria manifestar”.


Humberto Cancio.


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