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  • humbertolocutor

“HAZ EL BIEN A QUIEN TE HACE LLORAR Y LA CONCIENCIA DE TU OFENSOR PONDRÁS A REFLEXIONAR”.


Romanos 12:19-21 “No os venguéis vosotros mismos, amados míos, sino dejad lugar a la ira de Dios; porque escrito está: Mía es la venganza, yo pagaré, dice el Señor. 20 Así que, si tu enemigo tuviere hambre, dale de comer; si tuviere sed, dale de beber; pues haciendo esto, ascuas de fuego amontonarás sobre su cabeza. 21 No seas vencido de lo malo, sino vence con el bien el mal”.


No es raro que cuando alguien nos causa algún daño nuestro primer impulso sea querer vengarnos, hacer justicia por nuestra propia cuenta, pero según esta verdad eterna a ningún ser humano le fue dada la potestad de vengarse ya que esa es una función que solo que corresponde a Dios, de manera que quien quiere vengarse, se está haciendo como Dios, porque Dios es el único que puede vengar.


La frustración muchas veces viene porque no soportamos que el que nos hizo daño ande tan campante por la vida sin haber recibido su merecido, pero no creas que Dios se ha olvidado de ti, o a estado ciego frente a las injusticias que te causaron, él retribuye en tiempo exacto y sabe como hacerlo, la justicia de Dios es perfecta y debemos aprender a esperar en él.


Ojo, aclaro que no es esperar a que al otro le vaya mal, porque muy seguramente ese mal que le desea al otro se le puede regresar en cualquier momento, no dejes que las ansias de venganza nublen tu corazón, te quiten la paz y te amarguen la vida; esperar en Dios significa descansar en él, dejar en sus manos nuestras cargas, entregarle nuestras heridas para que él sane nuestro dolor.


Más bien ora y bendice a la persona que te lastimó, eso es lo que el señor demanda, porque no existe mayor venganza que el perdón, por eso dice en esta verdad eterna:


Romanos 12:19-21 “20 Así que, si tu enemigo tuviere hambre, dale de comer; si tuviere sed, dale de beber; pues haciendo esto, ascuas de fuego amontonarás sobre su cabeza. 21 No seas vencido de lo malo, sino vence con el bien el mal”.


Según este texto Dios demanda que hagamos el bien al que nos hace mal, o sea no sigas maquinando como hacerle daño a tu ofensor, porque eso no es de Dios es demoníaco, más bien se generoso con aquel que te ha ofendido, no hay nada que avergüence y que confronte más que ser bendecidos porque aquel que odiamos.


La razón por la que en ocasiones no podemos perdonar es precisamente por querer convertimos en cobradores de deudas, un cobrador de deudas es muy fácil de identificar sus frases más comunes son: “Yo no me dejo de nadie, a mí el que me la hace me la paga, yo soy manso pero no menso”, dichos que ponen al descubierto no lo valientes que son, sino el orgullo y la soberbia que se esconden en su corazón.


“¿Si Jesús siendo hijo de Dios prefirió morir antes que condenarnos, porque no perdonar a nuestro ofensor antes que estar pensando en cómo vengarnos?”.


Vengarse te pone al mismo nivel de tu enemigo, pasar la ofensa te hace superior a él”.


“La venganza a simple vista produce un placer momentáneo, pero al final termina es adicionando un peso mayor de culpabilidad en su conciencia que lo martiriza y hasta le roba la paz, en cambio el perdón y la generosidad son actos que nos pueden hacer felices por toda la eternidad. Vengarse te pone al nivel de tu enemigo, pasar su ofensa te coloca por encima de él”.


Humberto Cancio.


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