Salmos 37:5 “Encomienda a Jehová tu camino, y confía en él; y él hará”.
David después de años de haber hecho las cosas a su manera y en sus fuerzas concluyó de una manera sabia y sencilla que para que Dios actué a nuestro favor, solo demanda de nuestra parte dos cosas.
La primera: Encomienda a Jehová tu camino y la segunda confía en Él. Pero ¿Qué es encomendar?, es: “Encargar a alguien que haga una cosa”. Ahora, si yo encargo a alguien es porque, primero: Estoy reconociendo que yo no puedo y segundo porque confió absolutamente en aquel a quien encargo.
El problema es que le encargamos a Dios algo, pero no confiamos en Él, por eso es que todo el tiempo queremos decirle a Dios como es que debería hacer las cosas. “Señor confío en que tú me puedes ayudar a conseguir mi media naranja”, pero cada vez que al lado pasa alguien que le gusta, presiona a Dios para que la escoja como su pareja. Muchos dicen que le entregan a Dios sus vidas pero quieren enseñar a Dios cómo vivirla.
Y así ocurre en todas las áreas, le entregamos nuestros hijos, nuestro matrimonio, los problemas a Dios, pero todo el tiempo estamos buscando la manera de ayudarle como si él fuera incapaz.
Si encomendamos a Dios nuestro camino es porque estamos reconociendo que por sí solos no podríamos seguir la senda correcta y que por eso confiamos plenamente en su dirección.
“Encomienda a Jehová tu camino, confía en él y él hará”, en otras palabras, puedes confiar a Dios tu camino, pero si no confías, Él no hará.
“El hombre sabio jamás confía en su propio parecer, sino en su creador que le permitió nacer. Tener fe no es demostrarle a Dios que solos podemos, sino reconocer que sin él nada lograremos”.
Humberto Cancio.
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