Proverbios 18:21 “La muerte y la vida están en el poder de la lengua, y los que gustan usarla comerán de su fruto”.
Si todos alcanzáramos a dimensionar el poder que hay en las palabras, seguro que pensaríamos dos veces antes de hablar, porque ellas según esta verdad eterna, pueden producir vida o muerte. Muchos hablan por hablar porque ven las palabras como algo sin importancia, pero realmente son decretos espirituales que una vez salen de nuestros labios tienen que cumplirse.
Eso el enemigo lo conoce muy bien y también sabe que las palabras sin unos labios que las puedan verbalizar no pasarían de ser inofensivos pensamientos, por eso necesita los labios de los seres humanos para poder mal-decir y producir destrucción y muerte.
El mismo señor Jesucristo hablo de lo importante que son las palabras: Mateo 12:36 “Pero yo os digo que de toda palabra ociosa que los hombres hablaren, de ella darán cuenta en el día del juicio”. Y fue mas allá al afirmar en el verso siguiente: Mateo 12:37 “Porque por tus palabras serás justificado, y por tus palabras serás condenado”. ¿Qué fue lo que el quiso decir con esto?, que las palabras que hallamos hablado en este mundo, nos salvarán o nos condenarán.
Es por eso que necesitamos ponerle mucho cuidado a lo que hablamos, porque nuestra boca puede estar siendo usada por el enemigo sin nosotros habernos dado cuenta.
La sabiduría popular suele decir que las palabras son como flechas, que una vez lanzadas ya no se puede hacer nada para evitar que causen daño.
Pero esta verdad eterna también afirma que a los que les gusta usar la lengua terminarán comiendo de sus frutos, o sea comemos lo que hablamos, “Si usted habla vida, vida comerá, pero si habla muerte de eso mismo se alimentará”. Siempre debemos hablar palabras que edifiquen, para que del bien nuestra vida sea saciada.
Una persona que permanentemente habla de manera negativa e irresponsable puede terminar encendiendo discordias. Aquel que al hablar usa palabras crueles, lo más seguro es que termine arruinando vidas. Si constantemente usamos palabras agresivas cargadas de ira, enojo o resentimiento, lo más seguro es que causemos heridas y odio en las personas a las que se las dirigimos.
Mientras que una palabra amable puede suavizar las cosas, una alegre puede iluminar el día. Una palabra oportuna puede aliviar la carga y palabras cargadas de amor curan y llenan de felicidad.
La biblia dice Proverbios 17:27 “El que ahorra sus palabras tiene sabiduría; De espíritu prudente es el hombre entendido”. No es sabio el que más habla sino aquel que escoge muy bien sus palabras al hablar.
Le pido a Dios con todo mi corazón en este día que purifique nuestros labios, para que cada palabra que salga de nuestra boca pueda producir vida en los oyentes y que si no hablamos para edificar lo mejor es que los podamos mantener cerrados.
“Con mucha frecuencia hablamos de acuerdo al estado lamentable que las circunstancias nos están mostrando, pero no deberíamos permitir que una percepción distorsionada de la realidad termine por afectar negativamente la forma en que nos estamos expresando. La fe llama las cosas como son, no como aparentar ser”.
Humberto Cancio.
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