Hoy deseo compartir con ustedes una verdad eterna que está en el libro de 2 Samuel 6:11 “Y el arca de Dios estuvo con la familia de Obed-edom, en su casa, tres meses; y bendijo Jehová la casa de Obed-edom, y todo lo que tenía”.
Cuenta la escritura que cuando David asume como el segundo monarca del reino de Israel, después de la muerte de Saúl, su primer acto público fue intentar traer el arca de casa de un levita llamado Aminadab en donde había permanecido por setenta años abandonada y jamás tenida en cuenta por el pueblo.
El arca debía ser trasladada conforme a los protocolos establecidos por Dios o sea en los hombros de Levitas y no sobre el lomo de bueyes como David lo hizo.
Esto fue lo que causo la fulminante muerte Uza, hijo de Aminadab quien al intentar impedir que el arca de Dios se cayera por causa de los bueyes que habían tropezado, tocó el arca de Dios.
Esto causo tanto temor en el pueblo que decidieron mejor dejar el arca en casa del portero del templo llamado Obed – edom. Pero sucedió que durante los tres meses que el arca de Dios permaneció en casa de este hombre, Dios lo bendijo a él, a su familia y a todo lo que tenía.
Obed – edom fue bendecido, por causa de la presencia de Dios en su casa, y esto pone al descubierto el orden espiritual de las cosas. No es posible tener la bendición de Dios sin tener su presencia, porque las bendiciones están es en él y con él.
Últimamente se ha levantado una generación de hombres y mujeres que desean que Dios se comprometa con ellos, pero ellos no quieren comprometerse con Dios. Anhelan que Dios responda su petición, pero no quieren tener con el ningún tipo de relación.
No escudriñan su palabra, no le buscan en oración, no les gusta congregarse… Aman sus bendiciones, pero no al dador de la bendición.
Obed - edom fue bendecido no porque era mejor que los demás, sino porque la presencia de Dios entro a su casa. “No malgastes tu vida buscando la bendición, busca la presencia de Dios y la bendición de Dios te habrá encontrado a ti”.
Deja que Dios entre en tu casa y prepárate para los 3 meses de mayor bendición que jamás te hayas imaginado.
Humberto Cancio.
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