Hoy me gustaría meditar en una verdad eterna poderosa que está en el libro de Isaías 43:2 “Cuando pases por las aguas, yo estaré contigo, y si por los ríos, no te anegarán; cuando pases por el fuego, no te quemarás, ni la llama arderá en ti”.
Si usted analiza con detenimiento encontrara que hay dos afirmaciones contundentes aquí, la primera: “Cuando pases por las aguas”, o sea es un hecho que vamos a tener que pasar por las aguas… “Y si por los ríos”…, note que es opcional, pero la segunda afirmación dice: “Cuando pases por el fuego”, osea el fuego es un camino que no podremos evadir.
Después de escuchar esta verdad, uno se pregunta: ¿Pero si Dios nos ama tanto como dicen, porque no impide que nosotros tengamos que pasar tanto por las aguas como por el fuego que representan las pruebas a las que permanentemente somos expuestos?.
Es una pregunta que yo también me he hecho en muchas ocasiones, y la respuesta del señor me dejo sin palabras. Hijo “SI TE LLEVO POR LAS AGUAS NO ES PORQUE TE QUIERA AHOGAR, ES PORQUE TUS ENEMIGOS NO SABEN NADAR”.
No sé si usted lo sabía pero las aguas sirven para limpiar y el fuego para purificar. Cuando el pueblo de Israel entro en el mar rojo, faraón y sus ejércitos fueron destruidos. Cuando Daniel fue echado en el horno de fuego, lo único que se quemó fueron sus ataduras y también aquellos que procuraban matarle.
“En ocasiones nos desanimamos al no encontrar una solución, porque pensamos que al igual que nosotros Dios también está limitado en su capacidad de acción, pero su poder es sobrenatural y eso muchas veces no lo comprende la razón. De manera que si aún Dios no ha respondido tu petición, no es porque le haya quedado grande, es porque está pensando en una mejor opción”.
Humberto Cancio.
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