Hay una verdad eterna en el libro de Isaías 53:4 “Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido."
Isaías considerado el quinto evangelista profetizó con muchos años de anterioridad a cerca de la venida del Mesías y el valor de su acertada profecía no solo radicó en la exactitud con la que describió todo el suplicio que el Mesías tendría que padecer, sino en la revelación espiritual que este tuvo como ningún otro de lo que realmente significó la obra de la cruz.
Por eso afirmó con total convicción que por las llagas de Jesús nosotros fuimos curados, o sea esa sangre que Jesús derramó de sus llagas causadas por el látigo de roma que tenia incrustaciones de hueso y metal, cancelaron la maldición de la enfermedad con la que el enemigo había esclavizado a la humanidad.
Llámese cáncer, leucemia, lupus, virosis, dolor de cabeza, problemas del corazón, diabetes, cirrosis, problemas de colon, depresión, hígado, pulmones. Por sus llagas fuimos curados, no dice que seremos curados, ya el milagro fue hecho, simplemente tenemos que creerlo con todo nuestro corazón.
A veces nos resignamos a convivir por el resto de nuestras vidas con una enfermedad, por considerar que es algo normal o que seguramente se trata de un castigo divino por nuestra maldad.
Pero el deseo de Dios nunca ha sido que estemos enfermos, sino que experimentemos su sanidad. Así que no aceptes el espíritu de enfermedad que te aqueja, no te rindas pensando que te vas a morir, cree que de esa cama te vas a levantar y que tu mejoría será irreversible y tu milagro de sanidad será inevitable.
Ten presente esto: “Jesús al morir llevó la enfermedad en su cuerpo llagado, para que nosotros jamás por ella tengamos que ser esclavizados”.
Mi oración en este día es que la sangre de Jesús absorba, anule y remplace toda maldición de enfermedad que haya venido sobre tu vida, te declaro completamente sano en el nombre poderoso de Jesús. Amén.
Humberto Cancio.
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