Génesis 15:1 “Después de estas cosas vino la palabra de Jehová a Abram en visión, diciendo: No temas, Abram; yo soy tu escudo, y tu galardón será sobremanera grande”.
Dios había prometido a Abraham que su descendencia sería como las estrellas del cielo y como la arena del mar, pero él ya estaba entrado en años y su esposa Sara era estéril y había dejado de menstruar.
Como vemos Abraham tenía muchas razones para haber dudado de Dios, pero no lo hizo, sin embargo, esta porción de la palabra que acabamos de compartir afirma que Abraham tenía miedo; especulando un poco podría tratarse por la demora de Dios en responderle.
En ocasiones Dios nos concede nuestras peticiones de inmediato, pero otras veces pareciera que se le olvida o no está interesado en ayudarnos. En momentos como estos se generan en nuestro interior una serie de preguntas que a nuestra mente limitada le cuesta responder, la más frecuente es: ¿Pero si Dios nos ama porque no nos evita tener que esperar tanto?
Eso sería lo ideal pero la vida me ha enseñado que cuando Dios esconde su mano, es porque quiere que nos fijemos en su corazón. Hay un texto que resume este pensamiento de una manera más clara. 2 Crónicas 7:14 “Si se humillare mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado, y oraren, y buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus malos caminos; entonces yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra”.
Analicemoslo detenidamente: “Si se humillare mi pueblo, y oraren y buscaren mi rostro”; Si se da cuenta el texto dice: Si buscaren mi rostro, esto es bien interesante porque no todo el que se humilla y ora a Dios busca su rostro, sino sus manos que es donde están las bendiciones de Dios.
Buscar el rostro implica conocerle, saber quien es Él, que aprendamos más acerca de su amor y su bondad y que confiemos en que Él hará lo que es mejor para nosotros.
Abraham tenía miedo porque no conocía al Dios con el que estaba tratando y es por eso que muchas veces desmayamos en nuestra fe, por no tener claro en quien hemos creído, Dios no es un predicador de moda o un infuenciador más, Él es el creador del universo, por eso la respuesta de Dios a Abraham fue: Génesis 15:1 “No temas, Abram; yo soy tu escudo, y tu galardón será sobremanera grande”. Abraham no temas, mucho gusto me presento, antes de recibir lo que te prometí, primero debes conocerme; yo soy tu escudo, es decir: “Yo soy quien te protege”, y no solo eso también soy el que te recompensa y lo que te voy a dar será sobremanera grande.
Es lamentable pero cierto, “Nos enfocamos tanto en las bendiciones de Dios que nos olvidamos de conocer al Dios de las bendiciones”.
Si pedir fuera lo primordial, la oración del padrenuestro que Jesucristo nos enseñó, comenzara diciendo: “El pan nuestro de cada día dánoslo hoy”, pero no es el orden espiritual que Dios estableció.
Cuando oremos, lo primero que demos hacer es entrar en un relacionamiento con Dios, “Padre nuestro”, significa que lo reconocemos como padre. “Que estás en los cielos” que está por encima de cualquier circunstancia, “Santificado sea tu nombre” que Él no comparte su santidad con el pecado. “Venga tu reino” Que Él es la máxima autoridad del universo, “Hagase tu voluntad” que nosotros estamos dispuestos a dejarnos direccionar por Él. Después es que se hacen las peticiones, antes no.
“La bendición no es la respuesta a una petición, sino la evidencia de una profunda comunión”.
“A veces quisiéramos que Dios responda positivamente a todo lo que le pedimos, pero cuando no lo hace en el tiempo que nosotros esperamos, dejamos de confiar en su honestidad, olvidando que cuando Dios esconde de nosotros su mano es porque quiere que nos fijemos en su corazón, que aprendamos a confiar en su fidelidad y que seamos conscientes de su amor. Por nada dejes de confiar, que, de obrar, Dios inevitablemente Dios se va a encargar”.
Humberto Cancio.
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