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“NO TOMES LA DECISIÓN DE DESISTIR, CUANDO ESTÁS TAN CERCA DE UN MILAGRO RECIBIR”. Lucas 5:5-6


Lucas 5:5-6 “Respondiendo Simón, le dijo: Maestro, toda la noche hemos estado trabajando, y nada hemos pescado; más en tu palabra echaré la red. 6 Y habiéndolo hecho, encerraron gran cantidad de peces, y su red se rompía”.


Pedro era un pescador de profesión, o sea era un hombre que conocía muy bien su oficio; me imagino que aquel día como de costumbre, con la esperanza de poder capturar muchos peces, alistó su barca, preparó sus redes y se lanzó al mar.


Lo hizo de noche porque él tenía muy claro cuál era la hora propicia para comenzar su faena de pesca, se había asegurado de llevar consigo la mejor carnada y con la pericia de todo un lobo del mar se dirigió a un lugar específico porque sabía muy bien dónde se encontraban los bancos de peces.


Pero en aquella ocasión los cálculos le fallaron, porque las horas pasaban y cada vez que subían las redes a la barca estas continuaban estando vacías.


Después de haberlo intentado tantas veces y de no haber obtenido ningún resultado, el pescador se dio por vencido, reconociendo que muchas veces para obtener resultados en la vida se necesita mucho más que experiencia, se requiere de la gracia de Dios.


Afortunadamente Jesús se encontraba cerca al lugar, dándose cuenta de la frustración con la que descendieron de sus barcas y lavaban sus redes, porque a Él no se le escapa absolutamente nada, ni siquiera lo que usted y yo en este día podamos estar viviendo también.


Cuando Jesús se acerca a donde estaba Pedro, este lo primero que hace es intentar convencerlo de que ya nada se podía hacer porque el, que supuestamente era el experto ya lo había comprobado. Pero la ceguera espiritual que Pedro tenía en ese momento no le permitía comprender que estaba delante de aquel que había creado los peces.


El pescador no estaba muy convencido, pero obedeciendo la palabra de Jesús, decide intentarlo una vez más contra todos los pronósticos y ohh sorpresa, la red se llenó de tantos peces que se rompía. Veo que solo en el momento que Pedro con toda su experiencia y conocimiento se rindió, fue que pudo entrar en acción el poder de Dios.


El mensaje es claro para todos aquellos que al igual que Pedro en nuestras propias fuerzas hemos intentado alcanzar algún logro, obtener algún resultado y nada nos ha funcionado. Debemos rendirnos y entender que la capacidad de Dios es superior a la nuestra, que lo que produce los milagros no es nuestra experiencia es nuestra fe.


Dios sabe las veces que lo has intentado y todos los fracasos que has tenido, pero quiere que lo vueltas a intentar, no a tu manera sino a la manera de Dios. Si Pedro no se hubiera arriesgado de nuevo, su red hubiese continuado estando vacía. Siento algo en mi corazón: “Hay una gran cantidad de peces u oportunidades que, en obediencia a la orden de Jesús, andan buscando redes en las que ellos puedan meterse y los puedan atrapar. Así que Vuélvelo a intentar, aunque las veces anteriores no hayas tenido resultados.


“Hay momentos en los que todos nuestros esfuerzos parecieran infructuosos, en donde por más empeño ponemos en lo que hacemos, menos logramos lo que queremos. Tiempos de oscuridad, en los cuales la luz no se divisa en el horizonte y el caos se intensifica siendo lo más recurrente. En situaciones como estas, cualquiera podría renunciar, pero no lo hagas, porque lo que Dios ha reservado para ti nadie lo podrá evitar”.


Humberto Cancio.


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