“NO SEAS ESCASO AL HACER TU PETICIÓN, PORQUE DIOS TIENE PARA TI MÁS QUE UNA SIMPLE BENDICIÓN”.
- humbertolocutor
- 30 sept 2019
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Ester 7:1-2 “El rey Asuero y Amán fueron al banquete que les ofrecía la reina Ester.2 Mientras bebían vino, el rey le volvió a preguntar a Ester: —¿Dime qué dese as, reina Ester? Hasta la mitad de mi reino te daría, si me lo pidieras”.
Me llama poderosamente la atención que con esta era la tercera vez que el rey Asuero le ofrecía hasta la mitad de su reino a la reina Ester. El rey de esta historia es un prototipo de lo que Dios representa para su novia la iglesia de Jesucristo, un rey amoroso, atento, extremadamente generoso, que no escatimó ni a su propio hijo para librarnos con su muerte de la separación eterna, constituyéndonos además herederos de Dios y coherederos con Cristo de todas sus posesiones.
Pero ¿porque Ester y también la iglesia de Jesucristo se sigue sintiendo indigna de recibir algo de parte de su amado?, ¿Porqué seguimos creyendo que para que nuestro rey amado nos conceda una petición necesitamos hacer algo para merecerla, como si el favor de Dios se pudiera comprar?, Él nunca nos pide de penitencia tener que hacer largas oraciones, entrar en ayunos prologados, o nos exige que tenemos que prepararle tres banquetes como Ester lo hizo.
El rey no le exigió a Ester absolutamente nada a cambio, simplemente le demuestra todo el tiempo su deseo sincero de querer compartir con su amada hasta la mitad de su reino si ella se lo pedía.
Pero Ester se sentía indigna de recibir algo de parte del rey porque su pasado la ligaba a una generación que nació siendo esclava en Babilonia y que se habían negado a regresar a su tierra Judá después de haber sido liberados por Ciro. Ester era libre, pero seguía pensando como esclava.
A Ester se le olvidó que no fueron sus méritos porque ella era esclava sino la gracia o el favor inmerecido de Dios lo que le permitió ser escogida por el rey Asuero como su esposa en reemplazo de Vasti. La gracia la había alcanzado, pero ella seguía sin comprender su significado.
La GRACIA es algo que no podemos comprar con todo el dinero del mundo, ni mucho menos con nuestras buenas acciones, es un don o regalo que Dios otorga a sus hijos y que nosotros simplemente debemos recibirlo.
Nosotros al igual que Ester, antes de conocer al señor eramos esclavos de la vieja naturaleza que nos arrastraba constantemente al pecado, pero con su sangre Cristo nos liberó.
Pero muchas veces aunque sabemos que fuimos liberados por la sangre que Jesús derramó al morir, nos seguimos comportando como si no fuéramos hijos de Dios por eso nos sentimos indignos de recibir algo de parte de Él.
¿Sera que la iglesia de Jesucristo se cansó o le da miedo pedir? ¿O es que no confía que su padre Dios le quiere bendecir? A los que se han estado preguntando ¿Que le puedo pedir a Dios?, ¿Cuánto le puedo pedir?, El Señor les responde: Salmos 2:8 “Pídeme, y te daré por herencia las naciones, Y como posesión tuya los confines de la tierra”.
Pídeme lo que quieras, porque aún las naciones las pongo en tus pies, yo te daré por posesión tuya hasta los confines de la tierra; ¿qué te hace falta? ¿qué necesitas? ¿Cuáles son tus problemas? No seas escaso al hacer tu petición, porque Dios tiene más para darte que lo que anhela tu corazón.
“NO HAY PEOR DESGRACIA QUE HABER SIDO ALCANZADO POR LA GRACIA DE DIOS Y NO HABERSE DADO CUENTA”.
“Muchos se cansan y dejan de pedir, por creer que de parte de Dios nunca nada van a recibir, olvidando que Él está más que interesado en querernos bendecir y que no solo tiene el deseo de hacerlo, sino la potestad para hacerlo cumplir. Pide porque Dios además de quererte bendecir, quiere darte mucho más de lo esperas recibir”.
Humberto Cancio.
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