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“NO PUEDES CALMAR EL TEMPORAL SI EN TU INTERIOR HAY UN VENDAVAL”. Marcos 4:37- 39

Marcos 4:37- 39 “De pronto se desató una tormenta. El viento soplaba tan fuerte que las olas se metían en la barca, y esta empezó a llenarse de agua. Entre tanto, Jesús se había quedado dormido en la parte de atrás de la barca, recostado sobre una almohada. Los discípulos lo despertaron y le gritaron: – Maestro, ¿no te importa que nos estemos hundiendo? Jesús se levantó y ordenó al viento y al mar que se calmaran. En seguida el viento se calmó, y todo quedó completamente tranquilo”.


Dios muchas veces nos pasa por las pruebas, nos es porque quiera nuestra destrucción, sino para ver que sale a relucir de nuestros corazones cuando estamos bajo presión. Eso fue lo que quedó al descubierto cuando los discípulos de Jesús se ven enfrentados a una tormenta, dice la palabra que los vientos eran tan fuertes que la barca se estaba hundiendo.


Pero Jesús, aunque iba en la misma barca no se angustió, ni se desesperó, estaba tan tranquilo que una tormenta no era la que le iba a robar el sueño, por eso dormía y ese es el ejemplo que debemos imitar; pero suele ocurrir que cuando las personas atraviesan por problemas difíciles lo primero que pierden es su capacidad de conciliar el sueño, pierden la paz, la tranquilidad, no duermen por estar preocupados, ansiosos, pensando todo el tiempo en cómo resolver ese problema.


Los discípulos de Jesús por el contrario no solo se llenan de mucho temor, sino que cuestionan a Jesús porque dormía, como tratando de decirle si nosotros estamos angustiados tú también deberías estarlo. En la forma como los discípulos se dirigen a Jesús en busca de ayuda podemos descubrir las verdaderas motivaciones de sus corazones: “¿Maestro no te importa que nos estemos hundiendo?”.


Generalmente cuando pasamos por pruebas el enemigo nos hace creer que a Dios no le importa lo que estamos pasando, porque si le importara no estuviera tan tranquilo, pero repito, Jesús no tiene que estar angustiado para demostrarnos que si se preocupa por nosotros. Él en medio de la tormenta duerme dándonos a entender que no hay nada de que preocuparse.


Hay personas que se enojan porque los que están a su alrededor no se angustian como ellos, “Es que yo te veo tan tranquilo”, “parece que no te importara lo que nos está pasando”.


Pero para Jesús demostrar que estaba en control de la situación no tenía que preocuparse, él lo que debía era actuar y eso fue lo que hizo, ordenó al viento que enmudeciera y la tormenta se calmó.


“De manera que, si enfrentas una tormenta no entres en desesperación, más bien demuestra con tu confianza que Jesús el capitán de tu barca está en control de la situación”.


“Generalmente cuando las cosas nos salen a la perfección, nos llenamos de alegría y una gran motivación; sin embargo, cuando no todo sale de acuerdo a nuestra proyección, tendemos a perder la esperanza y hasta entramos en desesperación, pero las adversidades no son trampas para destruirnos, sino oportunidades para que Dios pueda entrar en acción”.


Humberto Cancio.



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