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“NO EXISTEN CADENAS DE OPRESIÓN, CAPACES DE RESISTIR UNA GENUINA ADORACIÓN”. Hechos 16:25-26

Hechos 16:25-26 “Pero a medianoche, orando Pablo y Silas, cantaban himnos a Dios; y los presos los oían. 26 entonces sobrevino de repente un gran terremoto, de tal manera que los cimientos de la cárcel se sacudían; y al instante se abrieron todas las puertas, y las cadenas de todos se soltaron”.


Dice la palabra que Pablo y su discípulo Silas habían salido a predicar el evangelio y por causa de haber liberado a una mujer que tenía espíritu de adivinación fueron aprendidos, desnudados, azotados con varas y encarcelados en el calabozo de más adentro con los pies asegurados en el cepo.


¿Qué hubiésemos hecho nosotros en una situación similar? Cualquiera en sus zapatos se hubiese podido quejarse, amargarse o renegar contra Dios, porque lo que estaban haciendo era su obra. Pero ellos hicieron todo lo contrario, empezaron a entonar cánticos de alabanza y adoración, mientras los demás presos los oían.


Adorar cuando la nevera está repleta, los saldos en el banco están a rebosar o cuando todo nos sale bien cualquiera puede hacerlo, pero el verdadero adorador se conoce es cuando todo a su alrededor es contrario.


Cuando Pablo en medio de su tragedia adoró, dice la palabra que las cadenas que ataban sus manos se rompieron y las puertas de la cárcel se abrieron. ¿Porqué? ¿Porque no hay rejas, ni cadenas que puedan resistir la alabanza de un genuino adorador?


Claro, cuando pasamos por crisis el enemigo nos incita para que dudemos de la fidelidad de Dios; pero lo que pasa es que él sabe que la quejabanza cierra las puertas de la bendición mientras que la alabanza las abre.


La biblia dice en el Salmos 100:4 “Entrad por sus puertas con acción de gracias, y por sus atrios con alabanza”. Note que no dice palabras o cánticos de gracias sino acciones de gracias y las acciones están relacionadas con lo que hacemos, no con lo que decimos. O sea, el adorador se conoce no porque en la iglesia canta alabanzas, sino por la manera cómo reacciona cuando su fe es puesta a prueba.


“Lo que abre la puerta de la bendición no es la queja es la adoración, sin embargo, cuando alguien enfrenta alguna dificultad la lógica le dice que lo normal sería lamentarse, pero jamás permitas que ninguna prueba te robe la paz, porque Dios muchas veces las usa para que descubras de lo que eres capaz”.


LAS PRUEBAS NO SON MOTIVOS PARA QUEJARSE, SINO OPORTUNIDADES PARA DIOS MANIFESTARSE”.


Humberto Cancio.



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