Jeremías 32:27 “He aquí que yo soy Jehová, Dios de toda carne; ¿habrá algo que sea difícil para mí?”.
En el contexto de esta historia la escritura afirma que el ejército del rey de Babilonia Nabucodonosor tenía sitiada a Jerusalén y el profeta Jeremías se encontraba preso en el patio de la cárcel que estaba en la casa del rey de Judá Sedequías.
Habían encarcelado a Jeremías precisamente porque a las élites religiosas de la época les incomodaba el mensaje de confrontación y exhortación que Jeremías predicaba de parte de Dios para que se volvieran de sus malos caminos y no fueran llevados cautivos a Babilonia como efectivamente ocurrió.
Jeremías estaba viviendo uno de sus momentos más difíciles de su vida, porque se encontraba privado de la libertad y en pésimas condiciones, sin embargo, en medio de esta condición Dios le da una promesa, le dice: “Tu primo Hanameel va a venir a ofrecerte una heredad, cómprala porque a ti te pertenece el derecho de la herencia”.
Y tal como Dios lo dijo así ocurrió, su primo vino a la cárcel donde se encontraba el profeta y le ofreció la herencia, lo que le permitió confirmar que verdaderamente esa era una promesa de parte de Dios.
Pero la promesa venía acompañada de una fuerte advertencia: “Después que compres la heredad los caldeos van a tomar e incendiar la ciudad”. Esto a simple vista no tiene ninguna lógica, como es posible que Dios le diga a Jeremías que compre algo que está destinado a perderlo. Es como si se tratara de un fracaso anunciado.
Si usted estuviera en los zapatos de Jeremías ¿qué hubiese hecho, se hubiera retractado del negocio? Pues Jeremías fue obediente a lo que Dios le dijo, compró la heredad por diecisiete siclos de plata y firmó las escrituras, pero llegaron los caldeos y tomaron la ciudad sometiéndola al hambre, la espada y la pestilencia.
Cuando Jeremías que aún se encontraba preso, se percata de lo ocurrido empieza a quejarse contra Dios, pero señor: ¿Para qué me dijiste que comprara la heredad de mi primo si los caldeos iban a venir a destruirlo todo?
A lo que Dios le responde: “Yo soy Dios de toda carne acaso habrá algo que sea difícil para mí?”. Esto les aconteció por haber hecho lo malo, pero, aun así, después que esto pase los volveré a bendecir como al principio y ustedes poseerán heredades en esta tierra que ustedes dicen está desierta sin hombres ni animales. Heredades comprarán por dinero y harán escritura y la sellarán y pondrán testigos.
Es posible que lo que le pasó a Jeremías te haya pasado a ti, Dios te dio una promesa, tú la creíste y te lanzaste a la conquista de ese desafío, pero cuando lo hiciste al parecer todos tus planes se vinieron abajo, es algo que no logras comprender porque te moviste en fe convencido de estar obedeciendo a Dios, pero ahora crees que fue una simple emoción o que te equivocaste.
Pues he venido a recordarte en este día que no es así: Todo lo que viviste era necesario, porque Dios tenía que trabajar en ciertas áreas de tu vida, Él tenía que formar tu carácter y ahora que estás listo el señor quiere confirmar la promesa que un día te hizo.
Y no tendrás una sola heredad sino muchas heredades, ahora, tal vez te preguntas pero ¿cómo será eso posible si la crisis que estoy viviendo me despojó de todo lo que tenía?
Pues para ti es esta palabra: Dios te dice hoy: YO SOY JEHOVA DIOS DE TODA CARNE, ¿HABRA ALGO QUE SEA DIFICIL PARA MI?
Así que no temas, tu cree solamente, que de levantarte de las cenizas Dios se encargará como lo ha prometido en su palabra.
“Cuando creemos que lo que estamos atravesando es imposible de superar, o que nuestros enemigos son tan fuertes que no los podremos derrotar; no solo limitamos el poder de Dios, sino que anulamos su capacidad de actuar. Así que cree sin dudar, confía sin preguntar y camina sin divisar porque para el que le cree a Dios, nada es imposible de alcanzar”.
Humberto Cancio.
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