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“NINGÚN MAL PODRÁ TOCAR A QUIEN LA SANGRE DE JESÚS PROTEGE”. Éxodo 12:13


Éxodo 12:13 “Y la sangre os será por señal en las casas donde vosotros estéis; y veré la sangre y pasaré de vosotros, y no habrá en vosotros plaga de mortandad cuando hiera la tierra de Egipto”.


Muchas veces repetimos como una frase de cajón la frase: “La sangre de Jesús tiene poder”, pero en el fondo no somos conscientes de lo que estamos diciendo. Esta verdad eterna que acabamos de compartir nos muestra de una manera clara el poder que tiene la sangre.


Desde el mismo momento de la creación está presente la sangre; cuando Adán y Eva pecaron trataron de cubrir su desnudez, su vergüenza o su pecado con hojas de higuera, pero dice la palabra que Dios les hizo delantales de pieles, para poder hacerlos tuvo que sacrificar un animal, esa sangre derramada por el animal fue lo único que sirvió para expiar o cubrir el pecado de Adán y Eva y toda la raza humana.


Este principio lo conocía Abel, por eso a la hora de ofrendar derramó la sangre de un animal y Dios se agradó de su ofrenda más de la ofrenda de Caín no se agradado porque esta carecía de sacrificio.


Desde entonces los sacerdotes usaban la sangre de animales para expiar los pecados del pueblo. En Egipto el mismo Dios les recuerda el principio, si quieren salvar sus vidas de la muerte, apliquen la sangre de un cordero en los postes y en los dinteles de las casas; así lo hicieron y el destructor no pudo entrar en las casas donde la marca de la sangre estaba puesta.


Si se dan cuenta Dios no les dijo: “Coloquen una mata de sábila, o amarren una herradura, ni mucho menos pongan una pata de conejo para buena suerte”…No, él les dijo sacrifiquen un cordero y apliquen la sangre.


Lo que aquí ocurrió fue un prototipo de lo que pasaría con Jesús en la cruz del calvario, él es el cordero de Dios que quita el pecado del mundo. Dice la palabra en Hebreos 9:22: “Y según la ley todo es purificado con sangre y sin derramamiento de sangre no hay perdón de pecados”. Jesús fue el precio que se pagó por nuestra redención, bendita sea su sangre.


El enemigo no quería que usted conociera el poder de la sangre de Jesús y todo lo que ocurre en el reino espiritual cuando confesamos con fe lo que la sangre de Jesús hizo por nosotros en la cruz. Si hay algo que el enemigo no puede resistir, es la sangre que Cristo derramó al morir.


“Ningún principado, potestad, gobernador de las tinieblas o hueste espiritual de maldad, tiene mayor autoridad, que la sangre que Jesús derramó en la cruz por la redención de la humanidad. Solo existe un arma espiritual que el enemigo jamás podrá resistir y es la sangre que Jesús por amor, derramó en la cruz al morir”.


Humberto Cancio.


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