Hay una verdad eterna poderosa en el libro de Génesis 33:4 “Pero Esaú corrió a su encuentro y le abrazó, y se echó sobre su cuello, y le besó; y lloraron”.
Afirma la palabra de Dios que Jacob le robó la bendición de la primogenitura a su hermano Esaú y por esa causa Jacob tiene que huir lejos de su familia para que su hermano no lo matara, ya que lo había sentenciado a muerte.
Se escondió por muchos años en casa de su tío Labán, allí encontró esposa, tuvo hijos, Dios lo prosperó en abundancia, pero aunque aparentemente lo tenía todo, no tenía paz en su corazón porque sabía que peligraba su vida si su hermano lo encontraba.
Pero un día entendió que el temor no se vence huyendo sino enfrentándolo y es cuando toma la decisión de darle la cara al problema incluso temiendo que lo peor pudiera pasar, pero ocurrió que cuando se encuentra con su hermano después de haber tenido su peniel con Dios, este lo abraza y los dos se restauran.
Esto es tremendo porque nada de lo que el temía ocurrió, y cuantas veces nosotros nos escondemos y huimos de los problemas pensando que lo peor puede pasarnos y cuando los enfrentamos nos damos cuenta que solo eran una invención de nuestra imaginación.
El temor hace que nos pongamos a imaginar escenarios fatales que en el futuro nos podrían pasar, provocando que en el presente nos paralicemos a la hora de actuar.
El miedo no solo asesina tu capacidad de confiar, sino que se convierte en el principal impedimento para tus sueños alcanzar. En la vida jamás permitas que tu temor a fracasar sea más grande que tus ganas de triunfar.
Humberto Cancio.
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