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“LOS OBSTÁCULOS SON PARA SUPERARLOS NO PARA CONTEMPLARLOS”. Salmos 126:5-6


Salmos 126:5-6 “Los que sembraron con lágrimas, con regocijo segarán. 6 Irá andando y llorando el que lleva la preciosa semilla; Mas volverá a venir con regocijo, trayendo sus gavillas”.


Cada vez que tengo la oportunidad de ir al mercado no dejo de maravillarme por la cantidad y variedad de productos que allí se ofrecen para nuestro consumo; cereales, frutas, verduras, hortalizas, legumbre etc.


Cuando nos sentamos a comer no nos cansamos de dar gracias a Dios por permitirnos tener esos ricos alimentos en nuestra mesa, pero muy pocas veces nos detenemos a pensar en todo el esfuerzo que pudo haber representado para aquellos que estuvieron detrás del proceso de producción. El campesino que limpió y preparó la tierra, luego los sembró, los que participaron en el proceso de recolección, los que lo transportaron, lo distribuyeron etc.


Esto seguramente significó para cada uno de ellos muchas horas de arduo trabajo, sacrificio, frustración, desánimo, llanto, dolor, incertidumbre, ganas de renunciar, cansancio, desesperación y tantas otras cosas más; dejando al descubierto una gran verdad y es que “Todo aquello que tanto nos produce placer y satisfacción, generalmente es el fruto del dolor y la aflicción”.


Muchos son los que se lanzan a la conquista de sus sueños, emprenden un proyecto o realizan alguna labor convencidos de estar haciendo lo correcto, esperanzados en poder ver al final los frutos del esfuerzo realizado.


Pero si en algún punto del camino las cosas se tornan difíciles o se complican demasiado, la mayoría dejan de perseverar y allí se quedan frustrados, por abandonar la fe y permitirle a la duda y a la indecisión que tomen el control de la situación.


Sin embargo, las personas que tienen una convicción inquebrantable, saben que “Una victoria es simplemente la recompensa de no haberse rendido en las derrotas”, que antes del día es la noche, que “los obstáculos son para superarlos no para contemplarlos”.


Según esta verdad eterna, “Irá andando y llorando el que lleva la preciosa semilla”: Lo interesante de este pasaje es que quien lleva la semilla, va “ANDANDO”, es decir no se detiene, va llorando, va sufriendo, va batallando, va luchando, va enfrentando dificultades, pero no se no se detiene, sigue avanzando.


Es posible que enfrente suyo haya muchos enemigos y circunstancias que le estén haciendo pensar que no lo logrará, pero por nada del mundo debemos detenernos, es necesario seguir firmes en nuestras convicciones.


Por eso continúa diciendo el texto: “Más volverá a venir con regocijo, trayendo sus gavillas” Las gavillas hablan del fruto del trabajo, de la cosecha.


Es cierto que el proceso de plantar y recoger los frutos requiere de mucho trabajo y paciencia, ya que es un proceso largo y en ocasiones dispendioso, se debe buscar el terreno donde se piensa cultivar, limpiarlo, prepararlo, conocer el momento adecuado para sembrar, plantar, regar, esperar que la lluvia haga su parte y entonces si, a recoger las gavillas.


Después de todo ese esfuerzo realizado, a su tiempo segaremos, si no desmayamos (Gálatas 6:9), recuerda el premio o la recompensa no es para quien comienza la carrera, sino para el que la termina.


Así que en este día, te motivo a seguir adelante, te animo a que vuelvas a poner tu mirada en el señor y no en el obstáculo que te esta impidiendo avanzar, a que te mantengas firme, constante, porque todo tu esfuerzo Dios lo recompensará. No te rindas, porque lo que hoy te hace llorar de tristeza, mañana te hará llorar, pero de felicidad.


“Es posible que por los duros momentos que has tenido que pasar, las lágrimas de tus ojos no han parado de brotar, pero llorar no es malo, por el contrario, sirve para desahogar. Por eso, aunque ahora el nudo en tu garganta no te permita hablar, la sonrisa de tus labios nunca dejes escapar, porque eso que hoy te entristece, mañana te hará sonreír sin parar”.


Humberto Cancio.


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