2 Corintios 4:18 “No mirando nosotros las cosas que se ven, sino las que no se ven; pues las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas”.
Cuentan que después de haber dedicado una buena parte de su vida al trabajo misionero y habiendo llegado el tiempo de su jubilación; un misionero norteamericano tomó una embarcación, para regresar a su país de origen.
Para su sorpresa, en el mismo barco que este misionero viajaba, también lo hacía el presidente de su país. Habiendo llegado el barco a su destino, una enorme multitud, una banda militar, una alfombra roja, pancartas y la atención de los medios de comunicación le dieron la bienvenida al presidente.
Pero un sentimiento de lástima para consigo mismo invadió el corazón del misionero al verse que desembarcaba sin notoriedad alguna. Con cierto resentimiento en su interior comenzó a quejarse contra Dios por tal situación. De pronto, escuchó la voz de Dios que, con ternura le decía: “¿Por qué te pones triste hijo mío, si tú todavía aún no has llegado a casa?”.
Algo similar sucede en nuestro caminar con Dios. Cuando el creyente coloca su mirada en las cosas terrenales, pierde la perspectiva de las cosas eternas. Concentrarnos en lo terrenal, nos produce una amnesia espiritual que nos hace olvidar lo eterno viviendo afanados por las cosas de este mundo.
El apóstol Pablo exhortó a la iglesia de los corintios a no desviar su mirada de las cosas eternas. Por eso les dijo en 2 Corintios 4.18 “No mirando nosotros las cosas que se ven, sino las que no se ven; pues las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas”.
¿Ha visto usted a una mujer embarazada? ¿Se ha fijado en la clase de actitud que tiene para con él bebé que lleva en su vientre, aunque no lo este viendo? Todo su mundo gira en torno al bebé. Su dinero, sus conversaciones, sus comidas, sus intereses y aún sus relaciones giran alrededor del bebé que aún no conoce.
¿Por qué sucede esto en una madre que gesta? Porque en comparación con otros asuntos de la vida, su atención está puesta en aquello que para ella tiene mucho valor, mucho significado, aunque ni siquiera haya visto a aquel pequeño ser.
El reconocido pastor Rick Warren escribió: “Cuando vives a la luz de la eternidad, tus valores cambian” ...De repente muchas de las actividades, metas e incluso problemas que parecían muy importantes se tornan triviales, pequeños e insignificantes, como para que les prestes atención. Cuanto más te acercas a Dios, más insignificantes se ven las cosas de este mundo.
Dios llama constantemente nuestra atención para que dejemos de enfocarnos en lo terrenal y nos centremos en los que realmente es importante. Y lo hace haciéndonos saber, que este mundo es efímero y fugaz comparado con el hogar eterno que él nos ofrece. 1 Juan 2:17 “Y el mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre”.
Si realmente tuviéramos la mirada puesta en las cosas eternas, no estaríamos tan aferrados a las cosas de este mundo. Un hombre muy rico murió y lo enterraron con las manos por fuera del ataúd, para que la gente que lo viera se diera cuenta que uno de esta vida nada se lleva.
Mucha gente quiere al partir de este mundo encontrarse con Dios, pero estando en este mundo nunca sacaron tiempo para conocerle, quieren después de la muerte entrar a la presencia de un Dios con el que nunca se relacionaron.
Muchos creen que la salvación se alcanza con solo decir: “Que Dios lo tenga en su santo reino”, eso no es cierto, tenemos que espiritualmente prepararnos todos los días de nuestra vida, desde aquí para asegurarnos de tener la entrada a ese reino el día que partamos de este mundo.
Nunca olvides que tu espíritu y tu alma son eternos, van a permanecer para siempre, de nosotros depende en qué lugar estaremos, si con Dios o fuera de su presencia.
“Muchos miden el nivel de bendición por la gran fortuna que han logrado amasar, cuando la paz de una conciencia tranquila con dinero no se puede comprar. El mundo todo lo que ofrece es vanidad, únicamente los frutos espirituales trascienden por la eternidad. ¿Para qué malgastar la vida en las cosas que perecen, si puedes invertirla en lo Espiritual que para vida eterna permanece?”.
Humberto Cancio.
Comments