Hoy me gustaría meditar en la séptima palabra que Jesús exclamo en la cruz antes de morir: “Padre en tus manos encomiendo mi Espíritu”. (Lucas 23:46)
Jesús no solo entrego su proyecto de vida, su cuerpo, su vida, sino que entrego hasta su Espíritu en las manos del padre, porque solo en El, estaba puesta su confianza…
Permíteme preguntarte: ¿ Y tu en que o en quien tienes puesta tu confianza?.
Muchas veces nos llenamos la boca diciendo que Jehová es nuestro pastor, pero para que El sea nuestro pastor, debemos a aprender a comportarnos como ovejas obedientes a el y a su palabra y no como cabritos que no se sujetan a la voluntad del supremo pastor.
Quien no le confía a Dios su vida, se convierte automáticamente en el Dios de su propia vida, por eso toma sus propias decisiones, sin consultarle a El nunca.
«Entregar es darlo todo sin reservas y eso fue lo que hizo Jesús, no se quedó con nada para El, porque entendía que su vida no le pertenecía, sino al padre que se la dio. Note que Jesús no espero que el padre le quitara el Espíritu, El por decisión propia se lo entrego.
Encuentro que el peligro más grande de no tener un corazón desprendido es terminar reteniendo incluso aquellas cosas que hacen pesado nuestro andar y que nos hacen daño.
Por eso es que hay gente que incluso le cuesta entregarle a Dios sus problemas, sus hijos, sus relaciones sentimentales, sus empresas, sus finanzas, sus sueños, porque se creen dueños absolutos de sus vidas y que con ella pueden hacer lo que les plazca y no es así.
La entrega es el más alto valor de aquellos que aman y confían de verdad. Escucha esto: Con la única carga que Dios no te puede ayudar es con aquella que no le has querido entregar.
Hoy entrégate a Dios por completo, no en un 99,9% entrégate al 100 por ciento, y veras que la vida será más liviana de llevar.
Humberto Cancio.
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