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“LA PREOCUPACIÓN, NO RESUELVE NINGUNA DIFÍCIL SITUACIÓN”. Mateo 6:34


Mateo 6:34 “Así que no se preocupen por lo que pasará mañana. Ya tendrán tiempo para eso. Recuerden que ya tenemos bastante con los problemas de cada día”. (TLA)


Si en sus mensajes Jesús sacó un espacio para hablar de la preocupación es porque este no es un tema menor, al contrario, debemos analizarlo con mucha seriedad, ¿Por qué? Porque no se trata de una simple debilidad en nuestro carácter sino de un pecado consentido ya que lo que evidencia es la preocupación es una falta de fe o confianza en nuestro creador.


Debemos ponerle especial atención no solo por el hecho mismo de ser un pecado contra Dios, sino porque la “preocupación” se ha convertido en la raíz principal de todos los males que aquejan actualmente a la humanidad.


Yo no sé si usted lo sabía, pero muchas personas por causa de la preocupación terminan en clínicas de psiquiatría con cuadros depresivos y de estrés profundos que los impulsan al suicidio, algunos que por librarse de la preocupación terminan cayendo en la dependencia al cigarrillo, al alcohol, a las drogas y eso por mencionar solo algunas consecuencias. Una persona preocupada no tiene gozo, ni tiene paz.


Lo grave de la preocupación es que no es real sino una simple invención de nuestra imaginación que nos predispone a pensar que lo peor pueda llegar a pasarnos. Pero si hacemos el ejercicio de recordar aquellas cosas que nos llenaban de ansiedad, de seguro nunca nos sucedieron como lo presentíamos.


A propósito, recuerdo alguna vez que me encontraba en medio de una fuerte crisis financiera y empiezo a recibir una serie de llamadas insistentes, les confieso que me asusté demasiado, porque creía que me estaban llamando para cobrarme y no tenía como responder.


Yo estaba angustiado, no podía conciliar el sueño, no tenía tranquilidad, hasta que, pasados unos días, me llené de valentía y tomé la firme decisión de contestar ese número misterioso y oh sorpresa, se trataba de una persona que llamaba a agradecerme por los mensajes de motivación que a diario le enviaba. Nada de lo que temía era cierto.


Por eso Jesús en su disertación dejó claro que por mucho que nos afanemos no podremos añadir a nuestra estatura un codo, o sea el afanarse no cambia las cosas. Las aves no se afanan porque ellas saben que su padre Dios las alimenta, porque no confiamos nosotros de igual manera.


¿Cuántos de los que están siguiendo este mensaje se preocupaban cuando eran recién nacidos por los pañales, la leche, o la crema para la pañalitis?, ¿Cuántos cuando eran niños se preocupaban por comprar los uniformes o la lista de útiles escolares? Ninguno se preocupaba porque confiábamos en que nuestros padres se encargarían de eso.


¿Entonces cuando fue que empezamos a preocuparnos? La respuesta es: Cuando nos hicimos autosuficientes y nos creímos el cuento que lo que lográbamos era porque trabajábamos. Es claro de debemos ser diligentes en hacer lo que nos corresponde, pero sin cometer el error de olvidar que Dios es nuestro proveedor.


Permítame terminar con esta reflexión: “Si de recién nacido nunca te preocupaste por tu manutención, porque preocuparte ahora si Dios nunca ha dejado de proporcionarte tu provisión”. Se preocupa quien se ocupa de lo que a Dios le despreocupa.


“La preocupación es la tendencia obsesiva de intentar traer al presente los afanes del mañana. Hay quienes viven tan preocupados por lo que les pueda llegar a pasar, que no se dan cuenta que lo único que se les está pasando es la vida. Preocuparse no soluciona los problemas, por el contrario, los agudiza. Se preocupa quien se ocupa de lo que a Dios le despreocupa”.


Humberto Cancio.


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