Isaías 49:4 “Pero yo dije: Por demás he trabajado, en vano y sin provecho he consumido mis fuerzas; pero mi causa está delante de Jehová, y mi recompensa con mi Dios”.
Quien diga que va al trabajo sin pensar en el salario que pueda recibir creo que no está siendo sincero totalmente, porque todo aquel que se esfuerza espera de una u otra manera ver resultados o recibir una recompensa y eso es normal.
Pero encuentro que en el dialogo interno que Isaías tiene, su alma trata de convencerlo de en vano haber gastado sus fuerzas. Yo no sé cuántas personas en este día pueden estar sintiéndose así, muy posiblemente luchando con pensamientos derrotistas que le muestran un presente desalentador y un futuro incierto; formas de pensar que le hacen sentir que nada de lo que han hecho en la vida ha valido la pena; voces en nuestro interior que tienen como propósito desanimarnos, convencernos de que nada de lo que hacemos ha valido, ni valdrá la pena.
Consentir este toxico patrón de pensamiento puede hacer sumir hasta al más valiente guerrero en la más profunda depresión y eso es lo que el enemigo quiere hacer con cada uno de nosotros.
Sin embargo, encuentro que Isaías se da animo así mismo diciéndose: “Pero mi causa está delante de Jehová y mi recompensa con mi Dios”. Descubro algo interesante aquí y es que Isaías pareciera haberse cansado de esperar esa recompensa de la gente, y de sí mismo, sino solo de Dios. Pero ¿cuál es el mensaje detrás de todo esto: Que todo lo que nosotros hagamos debemos hacerlo como si lo hiciéramos para Dios, al fin y al cabo, solo de Él viene nuestra recompensa.
Es importante tener claro este punto, porque muchas veces la motivación con la que hacemos las cosas no es la correcta; “Yo no puedo pretender que Dios me recompense por algo que nunca hice para Él". Tal vez lo hicimos para que los demás nos vieran, para llamar la atención, por impresionar, por apariencia etc, pero todo aquel que busca solo honrar a Dios jamás se quedará sin su recompensa.
Ese es precisamente el llamado que Dios no está haciendo hoy, a que no pongamos nuestra esperanza en las personas, ni en nuestras propias fuerzas, únicamente en Dios. “Si de los hombres la recompensa esperas alcanzar lo más probable es que te vayas a decepcionar, pero si con todo lo que haces buscas a Dios agradar, lo más seguro es que nunca te quedes sin recompensar”.
“El que hasta ahora las cosas no te hayan funcionado, no significa que eres un fracasado, sino que la vida algo nuevo te ha enseñado. Los fracasos, son sencillamente los ladrillos con los que se construye el éxito. Nunca permitas que una momentánea contrariedad, defina cuál será tu eterna personalidad. No fracasa quien se equivoca al intentar, sino aquel que determina ya no volverse a levantar”.
Humberto Cancio.
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