Josué 1:1-2 “Aconteció después de la muerte de Moisés siervo de Jehová, que Jehová habló a Josué hijo de Nun, servidor de Moisés, diciendo: 2 Mi siervo Moisés ha muerto; ahora, pues, levántate y pasa este Jordán, tú y todo este pueblo, a la tierra que yo les doy a los hijos de Israel”.
No estamos hablando de un suceso cualquiera sino de la muerte de uno de los líderes más influyentes que había tenido Israel. Dios le había encomendado a Moisés la misión de introducir al pueblo en la tierra prometida, pero estando a muy poco de lograrlo muere sin poder cumplir su propósito.
Lógicamente la muerte de Moisés significaba una gran pérdida, se había ido el guía, el consejero, el hombre que les revelaba los designios de Dios, el que se enfrentó a Faraón y logro liberarlos de la cautividad de Egipto. ¿Qué hacer ahora que no estaba el ungido de Dios, el que Dios usaba para manifestar su poder?
Un panorama como este podría ser el final para cualquiera de nosotros, pero Dios no deja planes a medias, ni propósitos sin cumplir, era cierto que Moisés ahora no estaba, pero el Dios grande y poderoso seguía estando con ellos.
Es muy posible que usted también haya sufrido una gran pérdida yo no sé si financiera, matrimonial, profesional, familiar o de cualquier índole; y también estás pensando que es el final. Pues tal vez sea eso lo que el enemigo te quiera hacer creer, pero nuestros finales son realmente los más gloriosos comienzos de Dios. Cuando nuestra historia llega a su fin, Dios empieza a escribir su propia historia en nosotros.
Y eso fue lo que paso con el pueblo de Israel, ellos por la muerte de Moisés se encontraban de luto, tal vez desconcertados por lo que había pasado, muy tristes y confundidos por no saber lo qué sería de sus vidas de ahora en adelante; pero Dios irrumpe en la escena para decirles en otras palabras: “No es tiempo de lamentar, sino de levantarse y perseverar”.
Dios sabe que es muy fuerte y doloroso lo que te ha pasado, sintiendo que la perdida que has sufrido es irreparable, pero tienes que levantarte y continuar porque hay una tierra prometida que Dios quiere entregarte, así que no te rindas ahora que estas tan cerca de lograrlo; no tires a la caneca de basura todo el tiempo y esfuerzo que has invertido durante todos estos años.
Dios te dice hoy: “Levántate y cruza este Jordán”; No dice: “Levántate e Intenta cruzar” sino “CRUZA”. Si, Dios sabe que delante de ti hay un Jordán o un obstáculo que te impide seguir adelante, pero tú simplemente avanza que nada te detenga porque de resolver los ¿Cómo? Se encargará Dios.
Es posible que por lo que te pasó no sientas ni siquiera el deseo de levantarte, pero debes continuar porque el desierto (Prueba) es solo el camino, no tu destino.
“Muchos obstáculos nos pueden estar impidiendo avanzar, pero en nuestras manos está la decisión de desistir o de volver a comenzar. Lo que no le ha permitido al ser humano sus sueños conquistar, no es la falta de oportunidades, es el hecho de no quererse superar. Cuando se pierde el espíritu de superación, las excusas se convierten en el principal impedimento para alcanzar la bendición”.
Humberto Cancio.
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