Romanos 8:15 “Pues no recibieron el espíritu de esclavitud para estar otra vez bajo el temor, sino que recibieron el espíritu de adopción como hijos, en el cual clamamos: “¡Abba, Padre!”.
En su carta a los Romanos, el apóstol Pablo exhorta a la iglesia para que no se sigan dejando esclavizar más por el temor ya que ellos habían recibido era el espíritu de adopción y no el espíritu de esclavitud, en otras palabras no teman porque ustedes no son esclavos sino hijos.
Que revelación tan liberadora esta, ya que por el desconocimiento de esta verdad seguimos dejando que el temor nos prive del privilegio de vivir como verdaderos hijos de Dios. Como el enemigo no pudo evitar que con la muerte de Jesús fuésemos adoptados como hijos de Dios, nos esclaviza con sus mentiras para que continuemos creyendo que seguimos siendo esclavos suyos, aunque Cristo ya nos hizo libres en la cruz.
Es como el elefante de circo que se mantiene atado a una pequeña estaca, aun teniendo la fuerza suficiente para liberarse, pero no lo hace, porque el cree que no puede soltarse.
¿Qué paso? Cuando el elefante era pequeño lo amarraron a esa estaca y como al principio no tuvo la fuerza para soltarse se dio por vencido, aceptando en su mente un pensamiento que, aunque ya está grande lo mantiene atado a la estaca. Creció y aunque ahora tiene la fuerza suficiente para de un solo tirón soltarse, ya ni siquiera intenta porque cree que no puede. Al elefante no lo ata la estaca, sino el pensamiento que aceptó.
Y así les pasa a muchos creyentes que por vivir esclavos en sus mentes les cuesta entender que son hijos de Dios, que ya no debemos vivir bajo el yugo esclavizador de satanás. Esa estaca que nos ata son sus mentiras y la verdad de Dios revelada es la única que puede liberarnos.
Por eso el apóstol dice en su carta, ustedes recibieron no espíritu de esclavitud para que estén otra vez en temor, sino espíritu de “ADOPCIÓN”, ¿Qué significa? Que ahora somos hijos, herederos de Dios y coherederos con Cristo.
Cuando el Espíritu de esclavitud controla a una persona, a esta le cuesta recibir la bendición de Dios como pasó con Mefiboset, que, aunque el rey David lo llama para devolverle todas las tierras que habían sido de Saúl su abuelo, la respuesta de el fue 2 Samuel 9:8 “Quien es tu siervo para que mires a un perro muerto como yo”. En otras palabras, se sentía indigno de recibir lo que el rey le estaba ofreciendo.
De la misma manera, Dios podrá ofrecernos hasta la mitad de su reino, o heredarnos las naciones de la tierra, pero sino cambiamos nuestra forma de pensar nos seguiremos sintiendo indignos de recibirlas. No es que Dios no quiera bendecir a su pueblo, es que su pueblo se siente indigno de recibir sus bendiciones.
Una persona esclava por del temor jamas puede vivir una vida cristiana en libertad, todo el tiempo se siente triste, miserable, que nada es suyo, que no se merece nada; no puede disfrutar lo que tiene, porque siente que en cualquier momento o lo va a perder o se lo van a quitar, vivir con esa zozobra nos es vida y ese es el espíritu de esclavitud al cual debemos renunciar.
Nelson Mandela dijo al salir de la cárcel: “Si no dejo atrás toda ira, odio y resentimiento seguiré siendo un prisionero”.
¿Si Jesús al morir nos hizo libres, porque seguir comportándonos como si fuéramos esclavos? Desechemos el temor que esclaviza y recibamos en este día el espíritu de adopción que nos hace aceptos en el amado. Usted y yo somos hijos y podemos llamar a Dios padre.
Cuando el hijo llega a su casa se siente con toda confianza para abrir la nevera y disponer de las cosas sin el temor a ser rechazado, pero el que no es hijo no disfruta de la misma manera porque no goza de la misma confianza y libertad.
“Muchos conocen a Dios como salvador, ayudador, proveedor, sanador, y hasta como libertador, pero muy pocos lo conocen como su primogenitor. Solo cuando reconoces a Dios como tu padre, te liberas del espíritu de temor y orfandad, experimentas su amor, oras con fe, y confías en su fidelidad. Dios te ama y quiere bendecirte, no por lo que haces, sino por lo que eres, su hijo(a)”.
Humberto Cancio.
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