Lucas 18:27 “Él les dijo: Lo que es imposible para los hombres, es posible para Dios”.
Suele ocurrir que cada vez que se nos presenta un inconveniente, lo primero que hacemos en intentar resolverlo en nuestras fuerzas, ponemos nuestras prioridades en orden, establecemos nuestra escala de valores, ahorramos en las finanzas, creamos estrategias, oramos, ayunamos, pero al final ningún resultado logramos, es entonces cuando comprendemos lo frágil y limitados que somos.
Pero el principal error que cometemos es creer que como nuestra capacidad es limitada la de Dios también lo es y eso no puede estar más alejado de la realidad porque el poder de Dios es inconmensurable, o sea no podemos medirlo de lo enorme que es. El hecho que nosotros no podamos no significa que Dios tampoco pueda.
Pero a que se estaba refiriendo Jesús cuando dijo: Lucas 18:27 “Él les dijo: Lo que es imposible para los hombres, es posible para Dios”. Hay dos cosas importantes aquí que debemos considerar:
La primera: Tener bien claro cuál es nuestra posición en el reino, nosotros solo somos criaturas, Dios es el creador, de manera que no podemos pretender tomar el lugar de Dios, tratando de hacer lo que solo Dios puede hacer. “Usted y yo hacemos lo posible, lo imposible lo hace Dios”.
La segunda: Dios nos creó con la capacidad de hacer todas aquellas cosas que se pueden realizar. Es decir, lo posible, lamentablemente hay gente para lo que todo es imposible, el “YO NO PUEDO ES SU GRITO DE BATALLA”, Nadie puede decir que algo es imposible, sin siquiera haberlo intentado.
Nuestro Dios es el Dios de los imposibles, él es experto en hacer lo que usted y yo no podemos y eso es algo que nunca podemos olvidar sobre todo en momentos de dificultad.
Es por eso que David cuando sus fuerzas le abandonaban o se encontraba abatido por alguna razón, solía levantar su mirada al cielo para recordar que tenía un Dios que si podía hacer lo que él no podía. Salmos 121:1-4 “ALZARÉ mis ojos á los montes, De donde vendrá mi socorro. 2 Mi socorro viene de Jehová, Que hizo los cielos y la tierra. 3 No dará tu pie al resbaladero; Ni se dormirá el que te guarda. 4 He aquí, no se adormecerá ni dormirá El que guarda á Israel”.
En momentos de adversidad el mismo se animaba, recordándole a su alma, que su Dios seguía estando en control, aunque a él todo se le hubiese salido de las manos.
Cuando la vida nos pone de rodillas, o cuando todo se torna nublado a nuestro alrededor también deberíamos recordar lo grande y poderoso que es nuestro Dios, para no dejarnos derrotar por el desánimo.
Tal vez te encuentras sin salida, pero déjame preguntarte: ¿Será que el Dios que hizo que israel pasara en seco por en medio del mar rojo no podrá abrirte camino para que tu puedas escapar de la encrucijada en la que te encuentras?
Si tu problema es una enfermedad terminal, ¿Será que el Dios que sanó leprosos, devolvió la vista a los ciegos, resucitá a Lazaro, no podrá restaurar tu salud?
Si tu lucha es financiera, déjame preguntarte: ¿Será que el Dios que con unos pocos panes y pocos peces pudo alimentar a una multitud tan grande, o el que alimento en el desierto con Mana y codornices a su pueblo no podrá proveerte lo que te hace falta?
Si tu prueba es demasiado fuerte, ¿Será que el Dios que cerró la boca de leones para que no destruyeran a Daniel, calmó la tormenta cuando los discípulos iban hacia el otro lado, no podrá darte la victoria en medio de tu aflicción?
Por supuesto que él puede hacerlo, pero lo olvidaste, así que hoy vuelve a confiar que el Dios en el cual has creído puede hacer todo aquello que a ti te ha quedado grande.
“Cuando enfrentamos un problema, y creemos que no tiene solución, lo que estamos es dudando del poder que tiene Dios. Es cierto que nuestra capacidad es limitada, pero la de Dios por nada está condicionada. El hecho que tu no hayas podido, no significa que Dios no pueda hacerlo. Encárgate de hacer lo posible, porque de lo imposible Dios se va a encargar”.
Humberto Cancio.
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