Éxodo 14:21-22 “Y extendió Moisés su mano sobre el mar, e hizo Jehová que el mar se retirase por recio viento oriental toda aquella noche; y volvió el mar en seco, y las aguas quedaron divididas. Entonces los hijos de Israel entraron por en medio del mar, en seco, teniendo las aguas como muro a su derecha y a su izquierda”.
Cuando uno profundiza en esta verdad eterna y se encuentra con que fue Dios el que organizó todo para que Israel se encontrara al mar rojo de frente, muchos se preguntarán ¿Es que acaso Dios se complace en hacer sufrir a sus hijos?, porque pareciera que no fue suficiente con todo lo que tuvieron que soportar como esclavos en Egipto para ahora tener que enfrentarse a un obstáculo mayor.
Creo que algunos tal vez se identifican con lo que acabo de decir porque también han pasado por la experiencia de no haber salido de un problema cuando se meten en otro mayor que el anterior. El enemigo aprovecha estas circunstancias para decirte que lo que pasa es que Dios te trajo al mundo fue a sufrir, pero no es cierto.
Dios no quería hacer sufrir a Israel, ni mucho menos entregarlo nuevamente en manos de Faraón, lo que quería era glorificarse en medio de su pueblo y eso fue lo que hizo.
Claro en su lógica ellos lo único que veían era a Faraón que venía detrás de ellos con la intención de esclavizarlos de nuevo, mientras Dios estaba viendo una oportunidad de oro para eliminar a sus enemigos por completo.
Mientras el pueblo creyó que esa encrucijada sería su fin, para Dios era simplemente la oportunidad de llevarlos a una mayor dimensión de fe. Mientras ellos veían el impedimento, Dios estaba viendo un mar de posibilidades; donde ellos solo veían agua, Dios veía un camino por donde nadie antes había transitado; donde ellos veían un obstáculo, Dios estaba viendo una salida.
“Si has estado luchando con todas tus fuerzas sin poder avanzar, o te encuentras en una encrucijada que no logras descifrar, puedes dejar que el temor te paralice o confías en Dios y decides perseverar. Dios detrás de cada obstáculo esconde una salida para que puedas escapar, pero debes abrir los ojos de la fe para que la puedas encontrar”.
Humberto Cancio.
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