Salmos 65:4-5 “Bienaventurado el que tú escogieres y atrajeres a ti, Para que habite en tus atrios; Seremos saciados del bien de tu casa, De tu santo templo. 5 Con tremendas cosas nos responderás tú en justicia, Oh Dios de nuestra salvación, Esperanza de todos los términos de la tierra, Y de los más remotos confines del mar”.
Cada uno de los Salmos que David compuso dejan al descubierto la profunda comunión que tenía con Dios, sin importar que estuviera apacentando las ovejas de su padre, enfrentando a Goliat, pasando por pruebas o huyendo por desierto, no desaprovechaba la oportunidad para relacionarse con Dios.
Pero ¿cuantas veces por falta de conocimiento, distracción o por los afanes de este mundo nosotros descuidamos no solo la familia, sino el principal propósito por el cual fuimos creados por Dios como lo es estar en su presencia siempre?
Si vamos al libro de Génesis capitulo 3:8 vemos claramente como el hombre tenía acceso a la presencia de Dios, la comunión era tan íntima que el hombre podía hablar cara a cara con Dios como dos grandes amigos; pero ocurrió que, por causa de una distracción, un descuido, un pecado esa comunión se rompió e inmediatamente fueron expulsados de su presencia para siempre.
Desde ese día, solo los sacerdotes que se purificaban podían entrar al lugar santísimo una vez al año. Lo más grave de la maldición para Adán y Eva no fueron los espinos y abrojos que ahora producía la tierra, ni que tuvieran que comer del fruto de la tierra con el sudor de su frente, sino que dos ángeles fueron colocados con dos espadas encendidas para impedir el acceso a la presencia de Dios, no solo a ellos sino a toda la raza humana.
Fuera del huerto lo que había era destrucción y muerte, pero en el huerto donde moraba la presencia de Dios estaban todas las bendiciones que Dios había de antemano preparado para ellos.
Hoy el mundo por estar corriendo detrás de las bendiciones, deja su comunión con Dios, pero las bendiciones están es en la presencia de Dios no fuera de ella, eso es lo que David pone al descubierto en este Salmo, por eso dice: Salmos 65:4 “Bienaventurado el que tú escogieres y atrajeres a ti, Para que habite en tus atrios; Seremos saciados del bien de tu casa, De tu santo templo”.
Bienaventurada, Afortunada, Favorecida la persona que ha sido escogida por Dios para HABITAR en sus atrios, para ser saciados del bien de su casa y para respondernos con grandes cosas. Pero ojo, dice: “HABITAR”, no “VISITAR”. ¿Sera que asistir esporádicamente los domingos a algún servicio religioso es vivir en la presencia de Dios, o con simplemente orar por los alimentos, o por acordamos de El cuándo pasamos por una iglesia o un cementerio vivimos en su presencia?
“Vivir en su presencia” nos habla de una comunión mucho más profunda, permanente, no solo en el templo o en momentos de dificultad sino en todo tiempo y lugar. El profeta Elías aprendió el secreto, por eso exclamó en: 1 Reyes 17:1 “Vive Jehová en cuya presencia estoy”, no dice estuve, ni estaré, sino estoy, o sea este hombre vivía en la presencia de Dios todo el tiempo.
“Si nosotros comprendiéramos que ningún lugar del universo se encuentra vedado para nuestro Dios omnipresente, pensaríamos antes de actuar para no obrar de manera indecente, porque los ojos de nuestro creador contemplan toda la tierra y de todo siempre está pendiente”.
“No es que Dios no esté presente, lo que pasa es que muchas veces nosotros de su presencia no somos conscientes”.
Dios quiere que lo busques siempre, no solo cuando tienes problemas, así que determina hoy restaurar tu comunión con El y prepárate para ser saciado por el bien de su casa y para que te responda con grandes cosas.
“La verdadera prueba del carácter espiritual de una persona no es la manera como se comporta en los momentos extraordinarios de la vida, sino cómo reacciona cuando todo es contrario o aparentemente no sucede nada emocionante. No permitas que los afanes diarios y las presiones permanentes te hagan olvidar que Dios siempre está presente, aunque tus emociones sientan que se encuentra ausente”.
Humberto Cancio.
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