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“DIOS NO MIRA SOLO LA OFRENDA, SINO EL CORAZÓN DE QUIEN OFRENDA”. Génesis 4:4-5


Génesis 4:4-5 “Y Abel trajo también de los primogénitos de sus ovejas, de lo más gordo de ellas. Y miró Jehová con agrado a Abel y a su ofrenda; 5 pero no miró con agrado a Caín y a la ofrenda suya. Y se ensañó Caín en gran manera, y decayó su semblante”.


Todos hemos escuchado muchas versiones acerca de la primera muerte por envidia que se produjo en la historia de la humanidad protagonizada por dos hermanos Caín y Abel.


La hipótesis que más cobra fuerza es la que asegura que fue porque Dios se agradó más de la ofrenda de Abel que la de Caín; pero esta apreciación puede abrir la posibilidad de creer que Dios entonces fue el único culpable de esta muerte por haber mostrado preferencia con uno de los hermanos.


Pero es importante aclarar que Dios no tiene hijos preferidos ni tampoco hace acepción de personas, cuando la bíblica dice que Dios se agradó más de la ofrenda de Abel no lo dice porque la ofrenda de Abel sumara más ceros a la derecha que la ofrenda de Caín, sino que hace referencia a otros aspectos en los cuales profundizaremos a continuación: Analicemos el texto detenidamente una vez más:


Genesis 4:4-5 “Y Abel trajo también de los primogénitos de sus ovejas, de lo más gordo de ellas. Y miró Jehová con agrado a Abel y a su ofrenda; 5 pero no miró con agrado a Caín y a la ofrenda suya. Y se ensañó Caín en gran manera, y decayó su semblante”.


Existen dos condiciones fundamentales que debe tener la ofrenda para que Dios se agrade de ella, dejo claro que cuando hablo de ofrenda no estoy hablando exclusivamente de dinero, sino a todo aquello que usted y yo podemos hacer y ofrecer a Dios; el servicio, la predicación, la oración, la intersección, el ayuno etc.


El primer aspecto es:


LA ACTITUD DE NUESTRO CORAZON: Dios no solo miró la ofrenda de Abel sino a Abel, no solo miró la ofrenda de Caín, sino que miró a Caín. Es decir, “Dios no mira solo la ofrenda, sino el corazón de quien ofrenda”. No es lo que hacemos, sino la actitud con que lo hacemos. Podemos dar una ofrenda aparentemente muy generosa, pero si en nuestro corazón hay una actitud incorrecta, esa ofrenda nunca podrá agradar a Dios.


Cuando Caín estaba presentando su ofrenda, Dios estaba viendo que en el corazón de este hombre lo que había era deseos de venganza, Dios sabía que una vez se levantara de sus rodillas iba a asesinar a su hermano y aun así quería que Dios se agradara de él.


Muchos tal vez se preguntan: ¿porque Dios no se ha agradado de mí? la respuesta podría ser: Porqué seguramente hay cosas en tu corazón que a él le desagradan. Hay gente que sirve a Dios, pero para lucrarse; para tener poder, para ser reconocidos, otros que dicen con sus labios que aman a Dios, pero sus corazones están lejos de él.


Lo otro que tuvo la ofrenda de Abel, fue:


SACRIFICIO: Abel conocía el protocolo, muy seguramente recordó que la única manera en que sus padres Adán y Eva pudieron volver a entrar en la presencia de Dios fue cuando Dios les quitó las hojas con las que trataban de cubrirse y les coloco un delantal de pieles.

Para hacer ese delantal de pieles se tuvo que haber producido el sacrificio de un cordero; por eso Abel sacrificó lo mejor de sus ovejas y logró que Dios se agradara de su ofrenda, porque su ofrenda tenía derramamiento de sangre que es un prototipo de la sangre que JESÚS derramó en la cruz del calvario.


Ninguna oración, ofrenda o servicio que tenga en poco el derramamiento de la sangre de Jesús en la cruz del calvario podrá agradar a Dios.


Nunca olvides que Dios no solo mira la ofrenda sino el corazón de quien ofrenda y que su sacrificio o sangre derramada en el madero habla mejor que la de Abel. Hebreos 12:24 “A Jesús el Mediador del nuevo pacto, y a la sangre rociada que habla mejor que la de Abel”.


“Podemos llevar nuestra ofrenda de oración al altar, pero si nuestro corazón está lleno de odio, rencor, amargura, envidia, incredulidad, falta de perdón o resentimiento, a Dios jamás lo podremos agradar”.


Humberto Cancio.


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