Juan 11:21 “Y Marta dijo a Jesús: Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto”.
Cuenta la escritura que cuando Lázaro amigo de Jesús enfermó, sus hermanas Marta y María, mandaron a buscar a Jesús para que le sanara, pero Jesús no acudió al llamado inmediatamente como ellas esperaron que sucediera, sino que se demoró varios días más, cuando Jesús por fin aparece ya lázaro llevaba cuatro días de muerto.
Las hermanas de Lázaro al ver a Jesús lo culparon de lo que le había pasado a su hermano, no las juzgo por haber reaccionado de esa manera, ya que muy probablemente estaban hablando desde la tristeza, el dolor y la frustración que sentían por la muerte de su hermano.
Marta y María creían que Jesús solo podía hacer algo por su hermano Lázaro mientras este estuviera vivo o por lo menos quedara alguna luz de esperanza, pero una vez la muerte se produjo, pensaron que ya no había necesidad de recurrir a Jesús.
Pero estaban tan equivocadas que Jesús al resucitar a Lázaro les pudo demostrar a ellas y también a nosotros que para Él “Nunca es demasiado tarde”. Nunca es demasiado tarde para volverse a levantar, para volver a comenzar, para volverlo a intentar. Nunca es demasiado tarde para emprender ese negocio, para capacitarse, para soñar con cosas grandes, con un futuro mejor.
¿Cuántas personas hoy día han dejado de implorar el favor y la misericordia de Dios, sencillamente porque les parece que su problema ya no tiene solución, que ha pasado demasiado tiempo como para pensar que Dios pueda hacer algo, gente a la que la confianza en Dios les dura hasta que algo en ellos muere?
Y no me refiero a la muerte de una persona, sino a la muerte de su matrimonio, de una relación, de sus finanzas, de su proyecto de vida, sus sueños, a la esperanza de ver a ese cónyuge, padre, madre, o hijo cambiados y transformados por Dios.
Nunca más diga a ese no lo cambia nadie, porque Dios si puede hacerlo. O los que con solo escuchar que tienen cáncer o cualquier otro tipo de enfermedad terminal deciden morirse sin luchar.
Tal vez estás creyendo que ya no hay esperanza, pero Dios cree que es posible la restauración. Escuche: No hay nada demasiado “Muerto” que Dios no pueda volver a la vida, nada demasiado “Roto” que Dios no pueda restaurar, ni herida tan profunda que Dios no pueda curar.
“Así que por nada del mundo vayas a dejar de creer, porque mientras Dios esté en el asunto el milagro que esperas en cualquier momento puede suceder”.
“Quizás has estado esperando que Dios responda tu petición, pero como se ha tardado un poco crees que no tendrás contestación; pero, aunque sientas que lo que anhelas ya no será de tu posesión, a pesar de las circunstancias Dios sigue teniendo el control de tu difícil situación. Quita la piedra de la incredulidad y prepárate para ver a Dios obrando en medio de tu dificultad”.
Humberto Cancio.
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