Hoy me gustaría meditar sobre una verdad eterna que se encuentra en el libro de Números 23:6-8 “Este es el mensaje que Balaam transmitió: «Balac me mandó a llamar desde Aram; el rey de Moab me trajo de las colinas del oriente. “¡Ven —me dijo—, maldíceme a Jacob! Ven y anuncia la ruina de Israel”. 8 Pero ¿cómo puedo maldecir a quienes Dios no ha maldecido? ¿Cómo puedo condenar a quienes el Señor no ha condenado?”
Para poder comprender el texto entremos en contexto, Balac rey de Moab buscaba medios para destruir a Israel, intento de mil maneras lograr su cometido, pero ninguna de sus estrategias funcionaba.
Es cuando toma la decisión de traer al profeta Balam ofreciéndole regalos, para que este maldijera al pueblo de Israel, pero aunque lo intento varias veces no pudo lograr su cometido, ¿porque?, la respuesta del profeta fue: ¿cómo puedo maldecir a quienes Dios no ha maldecido? ¿Cómo puedo condenar a quienes el Señor no ha condenado?”.
Es posible que muchos por causa de la envidia hayan intentado hacerte daño, y hasta es posible que te lancen todos los días maldiciones, para que te vaya mal, para que te seques, para que fracases en todo lo que emprendas, para que no prosperes en tus negocios, en tus empresas, en tu economía, para que no te levantes…
Pero no te angusties por el daño que alguien te pueda causar, porque el que quiera ver tu vida destrozada no podrá evitar que las mejores cosas a ti te puedan pasar, porque a quien Dios ha bendecido nadie lo podrá tocar.
Recuerdo en una ocasión que Dios le dice a Abraham: “Al que te maldiga, maldeciré”. (Genesis 12:3).
Así que no temas por lo que te pueda pasar, porque el que se meta contigo, con el mismo Dios se tendrá que enfrentar.
Humberto Cancio.
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