Dice la escritura que cuando Nehemías toma la decisión de reedificar el muro de Jerusalén que se encontraba en ruinas, se levantaron sus enemigos con la intensión de intimidarlos para que ellos no cumplieran con el propósito que Dios les había encomendado.
Suele ocurrir que cuando estamos ante un gran desafío, sobre el cual Dios ha determinado entregarnos la victoria, el enemigo se levanta queriéndonos desmotivar para que no sigamos adelante, y tomemos la decisión de abandonar.
Tal vez tu estas siendo influenciado por estos enemigos espirituales que quieren desanimarte, por eso te sientes, agobiado, confundido, desesperanzado, sin fuerzas, cansado, sintiendo que ya no puedes más.
Muchos son los que hoy se han levantado deseando darse por vencidos, con ganas de dejar atrás todo aquello por lo cual tanto han luchado.
Cuando las cosas parecen no funcionar a pesar de nuestro gran esfuerzo nos empezamos a sentir angustiados y empezamos a pensar “¿Qué estaré haciendo mal? ¿En qué me estaré equivocando? ¿Por qué nada me sale bien? ¿Será que si estoy en el lugar indicado? ¿Será que Dios si me llamó a hacer esto o fue solo mi imaginación?”.
La incertidumbre empieza poco a poco a tomar cada pensamiento y cuando menos lo esperamos, toda nuestra mente está invadida del desánimo que nos desalienta y nos hace sentir débiles.
Cuando el desánimo toca la puerta y nosotros la abrimos, empezamos a ver como nuestras fuerzas se agotan poco a poco, que aquello para lo cual dedicamos tiempo ahora lo dejamos relegado,que aquello que antes nos parecía de gran importancia lo empezamos a ver con gran desdén, que las cosas por las que con pasión luchábamos se empiezan a quedar en un segundo plano, dedicando más esfuerzo y tiempo a otras cosas.
Si hoy te sientes sin la motivación suficiente para continuar, quiero que sepas que no eres el único yo también me he sentido así, el desánimo toca la puerta de todos nosotros alguna vez y no lo podemos evitar, LO QUE SÍ PODEMOS HACER ES NO PERMITIRLE ENTRAR.
Así que hoy levántate y vuelve a comenzar.
Humberto Cancio.
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